Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
ANTONIO GARCÍA VELASCO

Antonio García Velasco

Pocas veces se puede gozar el privilegio de estar hablando de un libro de poesía al tiempo que escucha sus coplas cantadas. Pero en este caso se trata de Flamenco para cantar palo a palo, de José María Lopera, que se edita acompañado de un CD, Palos del Flamenco, con cantes de Alfredo Arrebola, adaptador musical de las letras del autor del libro. La voz de Arrebola está acompañada a la guitarra por Kiki Corpas.

Flamenco para cantar palo a palo es algo más que un libro de coplas del flamenco o poesía popular de alto contenido lírico. Es un libro didáctico: por orden alfabético va explicando cada uno de los palos del flamenco (origen, evolución, cantaores o cantaoras que lo cultivaron, métrica, etc.) y, a continuación, nos presenta ejemplos de letras para tal palo. Nos dice el autor en la introducción: “…Estas letras (estos poemas si se prefiere) están inéditas en su inmensa mayoría, ya que sólo algunas de ellas se publicaron en mi libro Soleares, malagueñas y nanas (Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, Málaga, 1979) o en la Antología de la poesía flamenca (Edición de Alfredo Arrebola, Editorial Librería Ágora, Málaga, 1993)”.

Por otra parte este un libro reivindicativo. Dirige su reivindicación a la Asociación de Críticos Literarios de Andalucía y ante el Premio Andalucía de la Crítica, que la Asociación concede. La razón es el tesoro literario que las letras del flamenco constituyen. Y acaso, José María Lopera reclama para sí un premio de los críticos andaluces que reconociera su creación de 721 coplas que, según Gonzalo Rojo, pueden interpretarse por cerca de 500 cantes.

Nos explica y ejemplifica Lopera hasta 47 palos del flamenco. Arrebola canta en el disco 15 palos, todos con letras del autor del libro: Toná-Martinete, Soleares, Nanas, Malagueña de la Trini, Livianas, Caña, Cantes mineros, Peteneras, Polo, Granaina y media granaina, Tientos, Seguiriyas, Fandangos, Jabera y Carcelaria.

Manuel Machado dejó escrito que “Hasta que el pueblo las canta,/las coplas, coplas no son,/ y cuando las canta el pueblo / ya nadie sabe el autor. // Tal es la gloria, Guillén, /de los que escriben cantares: / oír decir a la gente / que no los ha escrito nadie. // Procura tú que tus coplas / vayan al pueblo a parar, / aunque dejen de ser tuyas / para ser de los demás. // Que, al fundir el corazón / en el alma popular, / lo que se pierde de nombre / se gana de eternidad”. José María Lopera ha conocido este privilegio de que canten sus letras y se hayan olvidado del autor. Pese a ello, lamenta que “a pesar del Registro de la Propiedad, existen equivocaciones, malos entendidos, informaciones no contrastadas sobre la autoría de muchas letras de cante flamenco, tal es el caso de trece letras, creadas por mí –nos dice- para ser cantadas y publicadas en mi libro Soleares, malagueñas y nanas, […] obviando mi creación de las mismas…” Reivindica José María el reconocimiento de la autoría de las letras de las coplas flamencas o de cualquier otro tipo de cante. Por fortuna, hoy se suele incluir en la carátula de casetes, CD y DVD los nombres de los poetas autores de letras, y existe el Registro de la Propiedad Intelectual. Creo que es justa tal reclamación, aunque reconozcamos también el privilegio del que nos habla reiteradamente Manuel Machado: “Cuando la gente ignore / que ha estado en el papel, / y el que lo cante llore, / como si fuera de él. / Copla de mis amores, / cantar de mis dolores, / entonces tú serás / la copla verdadera,/ la alondra mañanera / que lejos volarás… // Y en labios de cualquiera / de mí te olvidarás”.

Nos explica Lopera su actitud creativa: “…aunque sorprenda a los más veteranos de mis lectores, he empleado en mis letras un lenguaje más en consonancia con el nivel cultural de nuestro tiempo”. Y rinde “homenaje” al feminismo de nuestro tiempo: “Pido disculpas a mujeres y hombres en general y a los de espíritu feminista en particular por lo que pudiera tener de sorprendente una mínima cantidad de mis letras, ya que éstas, con toda seguridad, debí escribirlas hace muchos años, bajo influjo de leyes discriminatorias dictatoriales o siguiendo trasnochadas costumbres de la época. Y no he querido suprimir para dar testimonio con ellas de algo tan importante como nuestra propia historia”.

Las letras, en general, dan el tono propio del flamenco: profundidad de sentimiento –amoroso en general-, reflejo de la vida intrahistórica, síntesis expresiva, verso de arte menor y rimas asonantes…: “La Noche bailó sus genes / con embrujo de armonía. / Y el hechizo de sus manos / estremeció Andalucía”, escribe en el apartado “Bulerías”. Observamos la ilustración de los que nos dijo en el prólogo: “He empleado en mis letras un lenguaje más en consonancia con el nivel cultural de nuestro tiempo”. Testimonio de nuestro tiempo es también la siguiente estrofa, del mismo capítulo: “Ninguna bata de cola, / ni sedas ni terciopelos, / que la Noche iba vestida / con pantalones vaqueros”.

Como ya hiciera en sus coplas Manuel Machado, José María Lopera, escribe en cursiva las palabras coloquiales, andaluzas, que tan necesarias resultan para alcanzar ciertos ritmos: “Yo no soy aviador / pero te avío; / igual te tapo un roto / que un descosío”; “En la pisá de un caballo, / bebí ayer en el camino / el agua de una tormenta/ que no sé por dónde vino”.

Las composiciones que siguen a la explicación de cada palo son de extensión irregular. En ocasiones una sola copla o poema, en otras, un largo rosario de estrofas. Por ejemplo en “Soleá” son más de trece páginas de acertadas estrofas de tres versos: “Estás tan alta que quiero, / para alcanzar tu nivel, / convertirme en un lucero”; “En nuestra cuenta de amor, / tú quitas las ilusiones / y yo pongo el corazón”, donde, como es frecuente en letras flamencas y en poemas en general, el tópico de la amada ingrata que hace sufrir al enamorado queda reflejado con brevedad expresiva magistral.

El disco, con quince cortes, tracks o motivos, ha terminado. Se han callado la voz de Arrebola y la guitarra de Corpas y, nosotros, aunque el libro bien podría generar muchísimos más comentarios, también cerramos aquí el artículo. Gracias, José María, por enviarme el libro, con tan sugerente dedicatoria.