Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
Acerca de "LA VIDA ES LO SECRETO" de CARMELO GUILLÉN ACOSTA. Madrid. Rialp. Colección Adonais

José Cenizo Jiménez

         Venimos siguiendo la trayectoria de Carmelo Guillén Acosta (Sevilla, 1955) desde su primer libro, Envés del existir, accésit del Premio Adonais 1976. Nos atrevemos a decir que, siendo de gran calidad el conjunto de su obra publicada desde entonces, estamos, con La vida es lo secreto, ante su obra más intensa. Así lo están reconociendo lectores, poetas y críticos que se están acercando a ella.

         Y esto es así por la densidad emocional y la maestría rítmica (endecasílabos y, sobre todo, alejandrinos blancos) con que está construida de principio a fin, y de manera especial la primera parte, titulada “La vida”. Dos más componen la obra, “Lo secreto” y “La vida es lo secreto”, en cuyos títulos se expresa la esencia temática, la “historia entrañable” que se desarrolla entre la vida y la muerte. No olvidemos que el libro surge con una finalidad balsámica, terapéutica: expresar, para superarlo, el enorme desarraigo, la soledad profunda y el dolor a partir del fallecimiento de los seres más queridos (hermano y padres en este autor). Un dolor que también es el nuestro, dada la calidad a la que aludíamos, un dolor universal que alcanza al lector.

         De este dolorido sentir inicial, esa costa a la que “no llegan más que conchas vacías” de este “dueño de la nada”, se pasa poco a poco , en la dos partes siguientes, a la esperanza del reencuentro, a la ilusión recobrada, transmitida con símbolos como la luz (“La vida se sucede así, llena de luz, / hacia el fin que le es propio, el que le pertenece”, p. 57), o la primavera, “sin más ciclo que éste, el que ahora germina / y trae esa  esperanza ente los nuevos brotes” (p. 58). Otro símbolo plurisignificativo es el del mar, sinónimo aquí de tiempo, muerte o vida, usado también en lograda alegoría, como en el poema “Primera escena (mar, oleaje, costa, conchas vacías…).

         De modo que lo físico del mundo de los sentidos (citados a menudo), la vida de aquí, la temporal y perecedera, con su luz y sus sombras, se une con la otra, la Vida, la trascendente, sobre todo en la mística y espiritual tercera parte, “La vida es lo secreto”. Y todo lo comunica Carmelo Guillén Acosta con una sorprendente sencillez profunda, con retazos coloquiales, guiños intelectuales a la tradición (Quevedo, Machado, la Biblia…) y un preciso uso de recursos como el asíndeton y el polisíndeton, el paralelismo, al antítesis o los citados símbolos recurrentes.

         Retoma el fondo existencial de Envés del existir y, tras libros anteriores que eran cantos de optimismo al amor universal y a  la amistad (Humanidades, Aprendiendo a querer, etc.), nos acerca en plena madurez a la verdad más desnuda del ser humano. La conciencia de la muerte y el ansia de trascendencia, más allá de los sentidos: “y en todo lo que palpo, huelo, miro, descubro / como si fueras tú el ciclo de mi vida”.