Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
FRANCISCO VÉLEZ NIETO
EDITORIAL LUMEN

Francisco Vélez Nieto.

 

 

 

 

 

 

Lúcido, irónico y mordaz, sentimental y con sentido de la ética recomendable, culto  ausente de pedanterías. Jaime Gil de Biedma (1929-1990), reconocido y así como a veces desfigurado intencionadamente por ignorancia voluntaria. Descalificación desmedida, sin lógica, a su personalidad poética. Bienvenida pues, este epistolario, humano muestrario de sencillez y naturalidad, para poder hallar con transparencia su verdadera personalidad y  argumento de su obra.

 

 Una especie de guía epistolar perfectamente sincronizada en tiempo, fechas y proyectos, que confirma su acertada y laboriosa calidad crítica  del exigente poeta de Las personas del verbo, posiblemente “el corpus poético más influyente de la segunda mitad del siglo pasado”

 

Esta obra compuesta por su correspondencia literaria entre 1951, cuando el poeta cuenta 22 años de edad y el despertad de su vocación lírica, hasta  1989, meses antes de su muerte, sin género de ninguna duda se debe considerar una justa aportación estética y exigencia creativa para un mayor conocimiento de quien se sintió comprometido con su mundo como crítico, poeta y lector.

 

.No existe la gratuidad en estos comentarios, Gil de Biedma “no fue nunca un corresponsal prolífico y torrencial- guardó en todos los géneros  el mismo decoro, el mismo principio de sobriedad y escasez-, es verdad que  fue uno de los últimos de su generación en cartearse con un deliberado sentido estético”.

 

Su continuo esfuerzo y trabajo por “depurar  el lenguaje, encontrar un tono más íntimo y conversacional, un modo de habla memorable” aunque no fueron todos los criterios sobre él justos, normal entre poetas y los mundillos de la creación y las artes; incluso en la propia vida cotidiana cuando la envidia o intereses bastardos se desbordan.  Luego nada extraño ciertos discernimientos críticos  para banalizar su ética, algo que de ninguna manera le corresponde, aunque,  ciertos ámbitos intentan mantener.

 

Por ejemplo. Él no trató, a “su juicio, de poetizar la aventura de una poesía de la experiencia “sino de concebir  el simulacro ideal de una experiencia, sea de la índole  que sea” Lo que conviene dejar claro ahora que la denominada “Poesía de la Experiencia” anda en retirada entre sus más destacados propulsores, para abordar- con todo derecho y libertad, la “Experiencia de toda la vida” Es decir la vida íntima en  su amplia propiedad natural.

 

Una rica correspondencia  que ilumina aspectos  hasta ahora inéditos de la obra de Gil de Biedma invitando a adentrarse en originales y variados temas, además de ser un complemento ideal para su poesía y ensayos, también sobre las personas y las cosas. Certeros criterios sobre jóvenes poetas como el dedicado a Claudio Rodriguez en carta dirigida a Carlos Barral: “He conocido  a un asombroso poeta joven (veinte años) –su nombre Claudio Rodríguez-; creo que a ti te gustaría, a mí me parece extraordinario. Sería buena cosa publicaras algo en Laya”

 

Libro esclarecedor, ofrece algo más que un complemento y una correspondencia pensando en la posteridad. Rico y certero, entusiasta con arribos de desánimos, en su conjunto se puede escuchar todavía  la voz del buen poeta.