Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
FRANCISCO BASALLOTE
Sobre "Lluvia de Aljófar" de Encarna León. Editorial Zumaya. Granada, 2010

Francisco Basallote

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La nueva Editorial Zumaya de Granada en el primer número de la colección Calíope de Poesía, dirigida por Paloma Fernández Gomá, publica el poemario Lluvia de Aljófar de la granadina afincada en Melilla, Encarna León, que en el panorama actual de la Poesía escrita por mujeres en Andalucía es una de las poetas más interesantes. Desde su primera publicación Brotes y pensamientos (1980), que supuso el espaldarazo a su vocación ha estado presente en la actualidad poética con numerosas publicaciones: Este caudal de mis palabras mudas (1984), La sentida armonía (1986), El vuelo de una sed (1988), Sobre cristal desnudo (1994), Artificios de otoño (1995), Caudales de alborozo (1996), Y te vas al Padre (1998), Donde navega el sueño (2000), y Como una música (2006) entre otros. Asimismo, es autora de obra en prosa, especialmente relatos. El Certamen de Relatos creado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Melilla lleva su nombre en reconocimiento a su calidad como narradora. Dice de ella la profesora argentina Susana de los Ángeles Medrano: “Por la temática de sus poemarios, amplia, variada y conectada profundamente con la vida, por la permanente búsqueda de una expresión ‘propia’ que la refleje fiel a sí misma, y por su permanente compromiso social y literario que evidencia su accionar en apertura desde Melilla, se ha convertido en un referente importante en el ámbito de la cultura y las Letras no sólo de Andalucía sino de España”.

 

Pero Lluvia de Aljófar es un libro singular. Y lo decimos porque es un libro de la memoria emocionada escrito en honor de un poeta singular, el melillense Miguel Fernández que desde su condición de poeta aislado, en medio de una encrucijada de culturas, llegó a ser referente fundamental de la poesía en Melilla y sobre todo maestro de un grupo de poetas que supieron llevar su voz a través del tiempo. De él dice José Lupiáñez : “ Hablo de un poeta a quien conocí hace un cuarto de siglo, a quien me unió una amistad fraterna y de quien recibí el regalo impagable de su magisterio cordial.”Y en la presentación del libro dice Encarna León: “Es un sencillo homenaje a través de itinerarios que llevan la huella del poeta, unida a poemas que fui elaborando a medida que estrechábamos nuestra amistad…”

 

El libro comprende tres partes: Lluvia de aljófar, De frondas y cirios y El roce con el tiempo, tomando de la primera parte el nombre del total. En general todo su contenido está relacionado con lugares visitados en común por ambos, siendo por consiguiente una especie de recorrido por las huellas de la memoria, en el que está presente el interés culturalista de ambos. En Lluvia de aljófar se recoge la visita a la capilla de San Antonio de la Florida en Madrid, De frondas y de cirios es un recorrido por La Granja (Murcia) y en Un roce con el tiempo se presentan otros itinerarios, los últimos sin la presencia del maestro.

 

No es lluvia de perlas la primera parte, sino diluvio enjoyado de desbordantes emociones, como catarata de imágenes de una plástica detenida en el juego de la luz que la mano del Sordo de Fuendetodos en mágico artificio desbordara las cúpulas de la Capilla. Así en el poema que sirve de introducción, El poeta miraba, dice : “ Nácar tibio de ópalo/…/ tiemblan los ojos/ transidos en asombro/ por el grácil contraste/que expande de tu luz/…” Y en Los Espejos hablaron : “Patena de silencios/ proclama la hermosura/…/Cuenco en rescoldo ofrece/ tesoros cincelados/…” , para culminar la emoción en Esculpióse el arte…, donde “…este mar fascinante/ donde todo naufraga/…” Y todo queda detenido en los trazos que el aire retiene en el juego de su luz, tiempo embalsamado en el arco iris que la poeta recrea en el gozo de su memoria.

“Vuelco, ágata, azabache/ sendero inusitado/…” así, en ese otro aluvión de hermosas y sonoras palabras, construyendo imágenes en las que los sentidos recobran su pulso , así comienza la segunda parte, tras su poema preludio La poma volteada en el que recurre al recuerdo: “ La poma, volteada en su nido de agua,/ me trae a la memoria un tiempo compartido/…” , tiempo que en De frondas y de cirios se hace cálido entorno: “ Las frondas y los cirios/ urgían en tibiezas el lugar./ Asombrado entorno/ arrobaba en ascuas y cascadas/…” . Tiempo que en la tercera parte se hace ya patente herida, así en el poema Inevitable tiempo, dirá: “ Siento abismo traspasarme/ la frente por una llanura ferviente/ de oleajes/…” , tiempo que el muecín detiene en el ritmo dormido de sus preces: “ Oigo al muecín endulzar este aire/ con su canto cercano/…” , tiempo de la tierra que la memoria aviva: “El muecín me trae otras tibiezas calmas/ de amigos que se fueron,/ amantes, ellos, de minaretes/ acequias, escarcha y palacios. De jardines de té, de hierbabuena/…”.

 

Creemos que este libro es el más hermoso homenaje que se le pudiera rendir a Miguel Fernández no sólo por que viene de “...la discípula que quería aprender, del maestro, a trasladar la belleza que descubríamos en ese mundo que nos rodeaba y de expresar en verso, aquellos sentimientos…” y por consiguiente lleva implícito tanto corazón agradecido que es digno de admirar, sino porque la alumna eleva a la más excelsa categoría ese sentimiento con unas pinceladas de lirismo singulares, dotadas de su propia personalidad y envueltas en una aureola mágica de música y colorido que constituyen en sí mismo la brillante aljófar de este singular homenaje, en el que todos participamos solidariamente y hondamente agradecidos a esta poeta que supo llevar su amistad hasta darse poéticamente de tan rotunda manera.