Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ SARRIA
Y TERCERA PARTE: 3) EL FUTURO POSIBLE

José Sarria

El futuro posible de esta neoliteratura española escrita en el Magreb radica (desde nuestro punto de vista) en tres cuestiones esenciales:

 

a) En la capacidad autóctona de ser vehículo de su propia originalidad y en su pericia para saber exportarse a la Península (e incluso a Hispanoamérica). Ello redundará en una amplia difusión en el propio Magreb. La proyección de esta nueva literatura, su singularidad, será descubrir algún día no muy lejano lo magrebí incrustado en lo hispano.

b) En la ayuda a la producción literaria que se concite desde los centros de investigación y de conocimiento (universidades, Institutos Cervantes, etc.), con el fin de seguir dando cobertura a los creadores en español.

c) En el desarrollo literario que experimenten las generaciones de los hijos de los emigrantes que actualmente residen en la península, quienes seguramente van a potenciar la evolución de este fenómeno, motivado por su identidad magrebí incardinada dentro la propia sociedad española[1].

 

4.     Aspectos sociales de la literatura hispanomagrebí: desde la tradición a la proyección social

4.1. El compromiso social en la literatura hispanomagrebí

 

Como idea inicial de esta exposición precisaremos que la literatura puede concebirse desde dos ópticas diferenciadas: como un arte que busca la beldad (la belleza): pura estética o como herramienta con capacidad ilustradora para transformar al hombre, y con ello a la sociedad.

A lo largo de la historia de la literatura vamos a encontrar diferentes posicionamientos en torno a estos dos grandes ejes. Desde el culturalismo estético, atravesando todas las vanguardias, hasta llegar a la literatura propagandística de las grandes dictaduras (sin olvidar la literatura panegírica que se hacía en el medievo o en los reinos de taifas andaluces, con la que ensalzar las virtudes de los reyes o gobernadores), lo cierto es que la finalidad conceptual de la literatura ha sido, es y será objeto de discusión y acalorados debates.

En el caso que nos ocupa, en la literatura hispanomagrebí empiezan a existir diferentes líneas estéticas o conceptuales (así, es muy interesante el fenómeno de la nueva conceptualización del elemento amoroso-sexual que están experimentando los textos de los jóvenes escritores); sin embargo en esta primera aproximación pretendemos referenciar la función social de la literatura hispanomagrebí que destaca en la misma, al ser el valor literario más desarrollado hasta el momento presente.

La presencia del elemento social es algo que caracteriza a las literaturas emergentes, sobre todo cuando nacen en contextos que presentan tensiones y deseos de cambio o mejora social. Este hecho es más fuerte cuando ha existido un proceso independentista  como es el vivido en Marruecos (aunque en este caso no ha existido, hasta el presente, una literatura de enfrentamiento al colonizador español).

En la literatura hispanomagrebí (fundamentalmente en los textos narrativos) existe un fuerte compromiso social. De hecho  es este uno de los rasgos fundamentales que la podrían definir. El compromiso social nace por afinidad del escritor con su realidad social y con el deseo de cambio, de mejora. Ese compromiso le lleva a revelarse en sus textos en contra de lo establecido, aspirando a “revolucionar” su realidad. Este compromiso aparece en estos autores, también, debido al caudal tradicional recibido de la oraliture (la literatura oral), donde las historias relatadas, los cuentos, poseen un componente moralizante, una función educacional esencial, siendo estos dirigidos al público con la clara intención de proyectar un cambio en el corazón del oyente, dotando al cuento, a la historia que se dice, de una fuerza impulsora dirigida hacia el cambio.

No hay más que leer por ejemplo el relato “Moras Pisoteadas” de Mohamed Lachiri de su libro Una tumbita en Sidi Embarek y otros cuentos ceutíes (p.133) o la mayoría de los textos de Sibari en los que se presenta una denuncia continuada de la situación social, de la discriminación de la mujer, de las corrupciones electorales, de los matrimonios pactados de las zonas rurales, etc., o el cuento ”La ética de una mujer” de Larbi El-Harti (pag. 53 en Después de Tánger) donde denuncia la prostitución necesaria de muchas mujeres marroquíes, denuncia que se hace ya colosal en Aixa, el cielo de Pandora de Bouissef Rekab o la rebelión que se produce ante las dificultades del choque intersocial (a través de relatos de parejas mixtas) muy bien descrito por Moahmed Akalay en su novela Entre dos mundos o por Said Jedidi en Grito primal, con toda su carga de dificultades sociales que ello conlleva.

En los primeros textos, quizás por asimilación de la tradición, esta proyección social de la literatura tiene una finalidad moralizante, reeducadora, y a partir de ahí de búsqueda de alternativas y de posicionamientos de cambio. Pero esta denuncia social (quizá por prudencia o por desconfianza) no se hacía de forma directa por el escritor. Son numerosos los textos en los que aparece la figura del “loco sabio”. Este loco sabio (que enlaza con el mundo hispano a través del loco cervantino) que, en algunos casos, toma apariencia de halaiquí o cuentacuentos, expresándose en público, vive fuera de la sociedad por ser considerado loco y con ello tiene la posibilidad de denunciar lo que no funciona y lo que otros no podrían decir por temor a ser represaliados. Así lo ha expresado el profesor Abdellatif Limami: “La meditación  filosófica, sobre todo en las primeras narraciones, ligada en la mayoría de los casos a las llagas que sufre el país predomina en estos relatos. Lo que no se podía decir de manera explícita en aquel entonces encontraba su lugar en lo metafórico o implícito. La locura, por ejemplo, se utiliza en estos relatos como una forma para desvelar la realidad. … Al final nos encontramos con la figura del loco que no hace más que expresar en voz alta lo que callamos o pensamos en un silencio mortal.”[2]

Personajes arquetípicos serán El loco del cabo del relato “Zuleja o la historia del loco del cabo” de  Mohamed Temsamani, Rahma, la mujer loca del relato “La proscrita” de Abdulltif Jatib, Siru, el loco protagonista de “Inquebrantables” e “Intramuros” de Bouissef Rekab, Sidi Alal Chupira de Mohamed Chakor, quien puede gritar libremente: ”prostituyen nuestros sacrosantos valores, somos un pueblo dormido en pleno siglo veinte. Nuestros dirigentes disimulan sus ineptitudes e impotencia con discursos grandilocuentes. Despertaos. ¿no os dais cuenta de que las armas del enemigo son el dominio del saber y por ello intentan manipular nuestros valores?” o Hayat la protagonista de “La mujer que se escapó de la muerte”.

Son sólo algunos ejemplos de una extensa lista de “locos-sabios” que hacen de voceros de la voz de la denuncia social que desea efectuar el escritor hispanomagrebí. Finalmente la denuncia de la lacra social y la herida que representa en el corazón de Marruecos el fenómeno de la migración (la migración interior -del campo a la ciudad- y por otro lado, la más sangrienta, la migración ilegal hacia el exterior) ocuparán importantes espacios de la literatura de estos autores.

En este sentido, la literatura hispanomagrebí ha desarrollado un componente social, reivindicativo, muy intenso en su génesis que ha visto como en la mayoría de sus textos subyacía esa rebelión, esa expresión de denuncia, con el fin último de propiciar una moralización social que propiciase el desarrollo de un entorno mejor y más justo. Posiblemente no ha habido intencionalidad, posicionamiento o coordinación entre los escritores para propiciar ese efecto, por lo que no podemos hablar de una corriente estética social (como sí ocurrió en España con al poesía social de Gabriel Celaya o Blas de Otero de los años 1950-1965),  sino que el entorno, el medio en el que se ha encontrado el autor le ha motivado a desarrollar esta estética paralela en la mayoría de ellos. Podemos concluir, pues, que en la génesis de esta neoliteratura no ha existido, posiblemente, un periodo reflexivo que les llevase a tomar posición estética común en sus escritos, sino que, más bien, el contexto social, político, demográfico, económico, etc. ha influido de forma decisiva en la manera y modos de afrontar su discurso, existiendo por ello un paralelismo, una simetría, que encontraremos de forma continua en el resultado final de sus textos.

 

4.2. Poesía hispanomagrebí: la reivindicación social.-

En la poesía hispanomagrebí, al contrario que ha ocurrido con los textos narrativos (que se han visto muy influenciados por la tradición y la oraliture magrebí), el posicionamiento del escritor, del poeta, es ya una actitud vital. No hay arrastres, no existe una tradición que influya en la elaboración del discurso poético. El poeta decide ser elemento incardinado en una estética de denuncia clara, sin ambages, sin perífrasis. Es una “manifiesta función de registro del vivir o de lo vivido colectivo, así como del dominio identitario… La toma de la palabra poética es fundadora de libertad, de tal manera que se produce un constante rechazo al mutismo, al término conformista, al silencio”[3]. El escritor (que se considera protagonista de su tiempo) decide por voluntad propia tomar sus herramientas escriturales y ponerlas a disposición de un discurso de denuncia clara y reivindicativo, en tres líneas concretas: la denuncia de la emigración ilegal y sus consecuencias (los padecimientos del viaje, el engaño al que se ve sometido el emigrante, la explotación allende la frontera, la muerte final, etc.), evidenciar el choque intercultural e interétnico y sus injustas consecuencias, y la filiación con la causa árabe.

 

Denuncia de la emigración ilegal

 

El posicionamiento estético de los autores hispanomagrebíes ante la lacra social que supone la emigración clandestina e ilegal encuentra su referente más destacado en Abderrahman El Fathi, quien ha dedicado a este asunto la totalidad de dos de sus poemarios[4], además de continuas referencias a este asunto en sus restantes textos, siendo este un elemento recurrente y de continuidad en su discurso poético: “No hay boca para gritar / no hay sed que la beba / no hay agua en el Estrecho / Hay vida en las profundidades / de un mar sin agua con ojos y anillos / Así se mira el Mediterráneo / en el espejo del Emigrante”. El dolor del transitar clandestino de pateras, de hombres y mujeres que se juegan la vida en el camino incierto del Estrecho es fotografiado magistralmente por El Fathi que, a modo de frontispicio, inicia su poemario África en versos mojados, con este dolorido poema: “Nunca fue tan oscura / Jamás vio un resquicio de luz / África se destiñe en su travesía / su ropa llega sola al blanco amanecer / todos bailan a su son / desfilan en su honor / ofrendas como espaldas / espadas como amores / lluvia de algas suspendidas en su / frente.”. También Mezouar El Idrissi con su texto Elegía para la espalda mojada[5] ahonda en la estética de la poesía del compromiso, de la denuncia, ante la tragedia de la modernidad que se vive en los pasos fronterizos. El hermoso poema que da nombre al texto es un claro indicador de la responsabilidad solidaria que asume el autor en sus textos: “¡Cauteloso! / Entre ola y ola mi remo / cuenta los detalles / de la epopeya de los pobres / y se lanzan susurros / de alas prometedoras” (p. 35). Otros poetas, como Mohamed Chakor y Mohamed Sibari, han tratado este asunto, aunque de forma menos prolija que los anteriores, con poemas sueltos en algunos de sus textos.[6]

 

El choque interétnico e intercultural

 

Quizás quienes mejor han sabido retratar las consecuencias del choque intercultural e interétnico y sus injustas consecuencias han sido Aziz Tazi y Mo Toufali. Tazi en la primera parte “Destino incierto” de su poemario Último aviso[7], donde a través del viaje que vive el autor y sus protagonistas, en el trayecto de los trenes que les llevarán por parte de la península ibérica, describe magníficamente el desarraigo que viven y sufren los emigrantes. Ejemplo de ello son estos hermosos poemas: “Aquella estación de Campo Grande, / en su frío fantasmal y su suelo lánguido / me recordaba, cada vez y sin piedad, / que he de partir, / que he de volver” (p.13), “El Estrella Algeciras-Madrid. / Aquella iguana cansada, / renqueante pero tenaz / engullía cada noche / a cuantos se le acercaban / … / Era una fauna trashumante, / que buscaba el mismo norte / aunque variara el magnetismo. / … / Los demás esperarán, sufrirán y perderán el alma, / y tarde o temprano volverán” (p.37), “Vagones con asiento de madera color verde, / mujeres y niños hacinados en pasillos, / … / ¡Pobre mi gente! / Con contentarse con nada / le falta el aire.” (p.21). Por su parte Mo Toufali hace una dolorida descripción del contraste que se vive en la frontera (en este caso de Melilla) para hacer con ello denuncia de las discriminaciones que vive una población musulmana asentada en un territorio propio, y a la vez extraño, en el que son tratados injustamente como ciudadanos de segunda. En sus libros Canciones y poesías I y II[8] encontramos poemas como “Cosas de mi pueblo”, “Un vaso de té con hierbabuena”, “Mojamé”, “Duduh” o “Tarjeta Postal”, ejemplos de ese choque intercultural e interétnico que se vive en su ciudad natal y que son claros exponentes de una literatura instrumentada como denuncia ante las injusticias y que el poeta decide mostrar en incontestable posición reivindicativa.

 

Filiación con la causa árabe

 

Son tres los autores que han decidido escribir abiertamente y sin ambages acerca de la identidad árabe y con ello alinearse con la causa de quienes luchan a favor de aquellos hermanos musulmanes que son injustamente tratados: Abderrahman El Fathi, Mohamed Chakor y Mezouar El Idrissi.

Esta rebeldía frente a la injusticia lo ha descrito magistralmente Abderrahman El Fathi en este hermoso poema: “Denuncio mi silencio / maldigo mi existencia / y el día que mis ojos te vieron. / Me consumo en tu ausencia / en tu marcha fúnebre / y yo impasible, roto. / Lloro y maldigo mi existencia / quemo mi ropa, / mi identidad árabe / y denuncio mi silencio”[9]. De ahí nacen dos poemarios plenamente identitarios que se alinean con el sufrimiento y la causa árabe y palestina, tras los acontecimientos del año 2003 con la invasión de Irak por las tropas estadounidense (El cielo herido, 2003) y los ataques a Ramallah (Primavera en Ramallah y Bagdad, 2003).

Por su parte Mohamed Chakor en su poemario Latidos del Sur (2004) ha dedicado uno de sus apartados completos (bajo el título de “Epicedio”) a la denuncia clara y abierta de la situación de injusticia existente en Tierra Santa, en Irak “Corre sangre inocente en el Tigris” (p.39), Afganistán “Agoniza la arrogancia made in USA / Los niños exclaman: ¡La OTAN no vencerá! / … / El genocidio entristece a las estrellas” (p.40), Guantánamo, Beirut o el resto de África.

Igualmente el poeta tetuaní Mezouar El Idrissi ha dedicado en su poemario Elegía para la espalda mojada dos de sus poemas al dirigente palestino Marwan El Barguti. En este texto encontramos versos tan hermosos como este: “De repente / el martirio se esparce /

vuela entre pájaros / conquista los techos de la luz / y dibuja / la forma de Palestina / cual buitre que vuela / alrededor del lugar.” (p.23), desarrollando toda una iconografía de claro posicionamiento ético y estético, haciendo causa suya el estado de situación por el que pasa actualmente Palestina.

 

Son estos algunos ejemplos determinantes de la existencia de una línea estética clara y definida, por parte de algunos de los autores que conforman actualmente la literatura hispanomagrebí, y que han tomado la opción de la reivindicación social en su producción como posicionamiento estético, vital, ético

 y literario.

 


[1] Es el caso de la joven Najat El Hachmi (de origen marroquí), que reside en Cataluña desde los ocho años y que ha obtenido recientemente el prestigioso premio Ramón Llull (Grupo Planeta) de las letras catalanas por su novela L´últim patriarca. Najat ya había publicado con anterioridad la novela Jo també sóc catalana (2005), al igual que Laila Karrouch, que había publicado la novela De Nador a Vic (2004) y el libro infantil Un meravellos llibre de contes arabs per a nens i nenes (2006).

[2] Abdellatif Limami, Calle del Agua. Antología contemporánea de Literatura Hispanomagrebí, SIAL Ediciones, Madrid, 2008, p.54.

[3] Alberto Torés, “Prólogo” en Mezouar El Idrissi, Elegía para la espalda mojada, CEDMA, Málaga, 2005.

[4] Abderrahman El Fathi, Abordaje, Consejería Educación Embajada de España en Rabat, 2000 y África en versos mojados, Universidad de Tetuán, 2002.

[5] Mezouar El Idrissi, Elegía para la espalda mojada, CEDMA, Málaga, 2005.

[6] Poemas Sur y Medias Lunas errantes de Mohamed Chakor o Pechos mojados de Mohamed Sibari.

[7] Aziz Tazi, Último aviso, Colección Ancha del Carmen, Ayuntamiento de Málaga, Málaga, 2007.

[8] Mo Toufali, Canciones y poesías I, Editorial Lulu, Jersey City (USA), 2006 y Canciones y poesías II, Mritch Publishing, Nueva York (USA), 2009.

[9] Abderrahman El Fathi, Desde la otra orilla, Quorum Editores, Cádiz, 2004, p.101.