Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ CENIZO JIMÉNEZ
CRÓNICA DE "EL ÁVARO" DE MOLIÈRE

José Cenizo Jiménez

Escena de "El ávaro"

“ESTE TEATRO SE NOS CAE”

            (CRÓNICA DE “EL AVARO” DE MOLIÈRE)

Hemos titulado “Este teatro se nos cae” nuestra crónica de la representación de “El avaro” de Molière por razones que explicaremos más adelante. El Teatro Lope de Vega de Sevilla, el emblemático e intimista teatro de tantos recuerdos, se llenó de risa y calidad teatral los últimos días de enero. Acogió al actor Juan Luis Galiardo y a su grupo en una jocosa y muy bien dirigida versión de la célebre obra del autor francés. Un clásico, como todas sus obras (“Tartufo”, “El médico a palos”…), que no han perdido actualidad en el sentido riguroso del término (sigue habiendo hipócritas, o avaros…) por su categoría teatral, que asombra por los diálogos ingeniosos, la estructuración dramática, el perfil de los personajes.  Teatro con mayúsculas, por tanto, y un reto para toda nueva versión.

Se entiende la trama, los actores cumplen su papel sin fisuras, tanto los principales como los secundarios, las dos horas resultan amenas y dinámicas y tanto el vestuario como la música o la iluminación contribuyen a reforzar la representación con acierto. Hasta el decorado, que en un principio puede resultar frío y gris por el cúmulo de puertas algo futuristas, acaba no estorbando por su movilidad y porque, al fin y al cabo, esta obra es de personajes. El resultado es una función que cumple con su objetivo: hacer reír para que, debajo de la risa, palpemos la crítica al avaro. Risa que brota dosificada, sobre todo en momentos, como el de la escena de preparación de la “mesa” para las visitas, con un Galiardo espléndido y todo el grupo, en especial el criado-cochero (Señor Santiago-Manuel Elías) lleno de comicidad y poniendo de relieve la bajeza y el defecto de su amo Harpagón.

El tramo final, con la omnipresente “cajita” de los caudales que le han robado al avaro, es una suma de todos los avatares y temas de la obra, que se resuelven de la manera habitual en una comedia, en este punto cercana al folletín. Un acierto, pues, la concepción y dirección de Jorge Lavelli y, cómo no, un logro en la larga carrera de Juan Luis Galiardo. Un actor total. En un momento de la obra, golpea rabioso una pared lateral del teatro, cae un pequeño fragmento, y, ante la sorpresa de todos, el magistral Galiardo-Harpagón dice, con el mismo tono del personaje: “Este teatro se nos cae”. El público ríe y aplaude largamente. Quedará esta anécdota para los anales del teatro Lope de Vega y del teatro en general. Rompe la cuarta pared -la del público- con esta frase, genialmente aprovecha un incidente y provoca la carcajada. Al final, acabada la obra, saluda al público Galiardo, y aún continúa “su obra”, dice unas palabras en defensa del teatro, de la cultura y de la libertad. Es único este gallado Galiardo.