Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
FRANCISCO BASALLOTE
A propósito de "Puerto Calcinado", de Andrea Cote.   Valparaíso Ediciones, Granada.

Francisco Basallote

Andrea Cote

Vaparaíso Edic. Granada

 Andrea Cote Botero. (Colombia, 1981). Poeta y profesora universitaria, ha sido colaboradora del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Ha publicado los libros: Puerto Calcinado, poemas, 2003; Blanca Varela y la escritura de la soledad, ensayo, 2004; Una fotógrafa al desnudo, biografía de Tina Modotti, 2005. En 2002 recibió el premio nacional de poesía joven de la Universidad Externado de Colombia y en 2005 el Premio Mundial de poesía joven “Puentes de Struga”, otorgado por la Unesco y el Festival de Poesía de Macedonia. Reseñas literarias, crónicas y artículos suyos han sido publicados en diversos medios de comunicación en Colombia, México y Estados Unidos.  Sus poemas están incluidos en ‘Poesía ante la incertidumbre. Nuevos poetas en español’ (Visor, 2011).

Según la poeta colombiana Piedad Bonnett: “Andrea Cote es hoy una de las voces jóvenes más interesantes de nuestra poesía. La suya recrea, en un lenguaje ambiguo, pleno de significados, un mundo muy propio, de tendencia intimista, poblado de elementos recurrentes que señalan la urgencia de sus fantasmas, la necesidad de transformar la experiencia en palabra”.

La editorial granadina Valparaíso, ha reeditado recientemente su primer libro de poemas, Puerto calcinado (Universidad Externado de Colombia, 2003), que bajo el nombre de Porto in cinere, fue publicado en Italia en 2010, obteniendo el Premio Citta de Castrovillari. Poemas de dicho libro han sido traducidos al inglés, italiano, alemán, francés, macedonio y árabe, y han sido incluidos en varias antologías de poesía.

 Su poesía evoca con un lenguaje intenso y hondo, la memoria de su tierra natal y temas como el amor, el erotismo, el lenguaje, la muerte, la extrañeza del vivir, es decir los temas constantes de la poesía; mas de una forma particular   en la que predomina un universo de profundas connotaciones telúricas y mágicas, con sabores antiguos a tierra  y pegujal, a aridez y desolación, en una especie de cántico general de dolor existencial, de búsqueda de la trascendencia de lo puramente humilde y humano.

 Puerto calcinado es  un poemario enigmático y a la vez de una precisa claridad en la que la perennidad de la palabra se eleva sobre las contingencias del devenir en una sublimación poética de la desolación.  En ella  la memoria  vuelve a tiempos perdidos: “…dábamos la espalda a la casa de piedra de mi padre/ para ondear faldas floreadas/ y de luz/ en nuestro puerto calcinado/…” de los que queda a salvo del olvido tan solo lo elemental, el esquema seco de lo inerte: “ Ya no requieras , María,/ el alma de las cosas desprovistas,/ que no son más que huesos de esta casa muerta./…” , y lo elemental:   “Madre,/ recógeme el sonido de la lluvia en el tejado del abuelo…”. Memoria  que  se hace exigencia vital: “…esta tierra que es la sed que vivo/ y el lecho en que la vida está enterrada./…”  y al mismo tiempo “ …esta tierra es una herida que sangra/ en ti y en mí/ y en todas las cosas/ hechas de ceniza…”. Lugar, sin embargo,  para la consagración del amor: “…Yo sé del animal que te devora/ pero el amor es un hueso/ que rompe todos los lados del cuerpo./…” , aunque  “…Es inconveniente tu cuerpo/ que sucede en lúcida desnudez/ y multiplica al deseo/ como una bandada de palomas espantadas.”. Y   “En esa travesía, / en que la otra orilla nos desampara,/ descendemos a la noche con ansia de amante.”, mas permanece  en la tierra seca la presencia temblorosa del pavor al vacío:  “Temo que el infierno sea tan largo como el silencio de Dios…”