Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        

Francisco Basallote

Portada del libro

Jesús Cárdenas

Jesús Cárdenas Sánchez (Alcalá de Guadaíra, 1973), es Licenciado en Lingüística y profesor de  Literatura. Ha colaborado en distintas publicaciones y revistas literarias  y obtenido algunos premios de poesía. Fruto de sus trabajos de investigación ha sido la publicación de  varios libros en soporte digital: Espacios urbanos americanos en el “Diario de un poeta recién casado”, de Juan Ramón Jiménez,” y “.El concepto de lo popular en Juan Ramón Jiménez. Orígenes de la poesía neopopularista”. Es autor del libro  La luz de entre los cipreses, (Ediciones En Huida, 2011),  un poemario en el que nos manifiesta su versión del mundo con una voz intimista y personal, cargada de ecos de la poesía de siempre: amor, desamor, memoria, tiempo, cotidianidad, incertidumbre…Ahora nos trae una nueva obra Mudanzas de lo azul, en la que nos ofrece con una voz plena de madurez, un paso certero en su camino poético, profundizando en esos aspectos ya apuntados en su anterior libro, aunque su palabra nos llega plena de bríos nuevos, matices en la profundización de su búsqueda que simbólicamente  en el título  indica la intención del autor, ya que su “mudanza” no es sino una escala en el proceso  personal de su propia identificación poética, de la autentificación en el sendero sin fin de su propia depuración.

 

En Mudanzas de lo azul hay un lugar privilegiado a la palabra, “La búsqueda inagotable y permanente de las palabras” se titula el primer poema de la primera parte del libro, y en él dice el poeta:” En sueños buscas adueñarte de ella:/ una palabra hermosa, nunca dicha./…/ Relámpago en la noche, verso esquivo,/ mezcla de amor y necesidad/ palabra que se esconde para nunca/ ser pronunciada, tras lunas de párpados./ En vano buscas adueñarte de ella.”. Y en esa búsqueda  encontrará “Palabras como hojas de otoño llenas de melancolía/ Palabras como drogas….”, en el “oficio” de “Ajustar las palabras como sortijas…”, para la fina orfebrería del poema. En él encontraremos la presencia de la memoria, no como recurso sino como sementera que aflora las oscuridades del tiempo: “El tiempo oculta y vuelca/ nuestras barcas…/…/ los recuerdos sin rostro,/…”,   para concluir que “…el olvido no es más que una simple corrección que ejerce la memoria./”. La cotidianidad se hace presente en este poemario como una sombra del paso de los días, con sus heridas manifiestas como esquirlas de tiempo: “ La vida así, a ratos retorcida,/ perversa y maniática…”   o fracasados intentos de vencer sus secuelas: “Hoy he querido verte tras el cristal,/ y a eso me vengo acostumbrando/…”  ;   inexorable en sus designios: “Estas deben ser las primeras lluvias,/ las que anuncian/ que al fin he de partir, /…” , y pese a que  “Hoy la tristeza/ viene ofreciéndose/ disimulada.”,  el poeta en su batalla diaria apostará  “…por la vida en resistencia,/…” descubriendo “…que en las cosas predecibles/ el miedo y el dolor/ se hacen más soportables./…” y observando  desde la ventana ese suceder del mundo y de las cosas: “ Una vez más te ves/ nostálgico apoyado en la ventana/ …/ Desde tu soledad incomprendida/ rostros que caminan con la rutina,/…”.

 

Es, sin embargo, el amor el núcleo fundamental de este poemario, tiempo y espacio se confabulan para construir las coordenadas  imprescindibles para su milagro, para el deslumbramiento de ese fuego, de esa ineludible predestinación.  Quizás una llamada, un grito del destino, puedan  ser determinantes: “Oí tu voz en llamas/ aquella noche invernal de domingo/…”, y aunque “ La niebla se ha tragado los sarmientos/ y me has cogido aquí desprevenido/…” , “ Abrirme a tus confines/ fue como recobrar aliento/ y mis alas perdidas.” . Y el amor se hace entrega, sublimación del canto y emoción poética: “…Y me pierdo./ Ante el espejo todo tu soborno./ Francamente, tu atrevimiento prende,/ como el rojo de tus uñas y labios/…”, ya que no hay : “…luz más hermosa que la de  la luna/sobre un cuerpo sin cubrir, taciturno, a punto de agitarse ,/ por soledades oscuras…”  para un cuerpo hecho música , materia excelsa del tacto: “Mis manos midiéndote palmo a palmo, sensación victimista tan cerca de la dicha” .

 

Y  en esta espiral intimista, con nítidos reflejos andalusíes, se instala una forma de visión del mundo entregada a veces a un buscado hermetismo que, sin embargo, no deja perder la traslucidez de una poesía  clara, aunque necesite a veces, como diría Julio Mariscal :“ los arrebozos de lo oscuro” , que no bastan para que la palabra esclarecedora   emerja, con una fuerza nueva, en una trayectoria prometedora hacia un tiempo de plenitudes. La verdadera mudanza.