Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ SARRIA
ACERCA DE "LETRAS HABLADAS", DE BELÉN NÚÑEZ. FUNDACIÓN APAREJADORES, SEVILLA

José Sarria

Belén Núñez

Fundación Aparejadores

Belén Núñez, joven poeta hispalense (Triana, Sevilla, 1970), se nos presenta con su antología “Letras habladas” como una poeta andaluza a tener muy en cuenta. Hasta el momento nos había ofrecido tres poemarios: “La música del sol” (Sevilla, 1996), “Este lugar del sueño” (Córdoba, 2009) y “El resplandor de la lágrima” (Sevilla, 2009). “Letras habladas” es un acopio de poemas anteriores, y algunos inéditos hasta el momento, que viene a demostrar que nos encontramos ante una escritora plena de capacidades y con un futuro potencialmente prometedor.

 Su poesía es una subversión que se afianza con su tonalidad apodíctica, apoyada en paradojas (“existen caramelos sin azúcar” -p.49-), en el versolibrismo equilibrado y en la rebelión como armas frente a lo establecido, en un intento de superar lo incomprensible, para deshacer y desintegrar una realidad que, por imperfecta, se le hace inadmisible (véase el magnífico poema dedicado a Antonio Rivero Taravillo –p.43 y 44-). Con un verso arriesgado y de tonalidad asequible establece un mensaje profundamente cívico, casi coloquial, siendo capaz de ensamblar, en paralelo, un lenguaje poético de gran calado, de inmensa intensidad, a la vez que absolutamente sensible; una poesía confesional, rayana con el psicoanálisis, dotada de un realismo circunstancial preciso, pero no exenta de un proceso reflexivo y abisal. Escribía, el también poeta sevillano, Antonio Machado, que: “Por último, algunas rimas revelan muchas horas gastadas en meditar sobre los enigmas del hombre y del mundo”. Así encontramos, desde el primer poema de esta recopilación, a nuestra poeta, que nos hace entrega de un texto intimista, introspectivo y sugerente, con reminiscencias surrealistas e intensamente doliente (“hay días que parecen de muerte” – p.43- o “cuanto nos exigimos / sólo depende de nosotros mismos, / el resonar de nuestras banderas / y a cada lucha / la fiel servidumbre de estar vivos” –p.47-).

 “Letras habladas” es un poemario que, en muchos de sus versos, de sus pasajes o reflexiones nos trae reminiscencias de la voz de la escritora austriaca Ilse Aichinger o de la poesía del silencio, fragmentaria, de Ángel Valente, Antonio Gamoneda o Andrés Sánchez Robayna. Una poesía que por momentos roza el minimalismo expresivo, en donde lo esencial es el objeto y no el yo: la poesía es inefable y la palabra es un solo susurro que marca la dirección. Ejemplo de ello son estos dos poemas: “Me gusta la lluvia / porque alguien llora por mí” -p.51- y “Te recuerdo roto. Con trajes viejos e inservibles. / Como las uvas partidas del tiempo” -p.37-.

 Belén Núñez nos invita, desde el silencio, a la reflexión y a la contemplación a través del recuerdo fragmentado en palabras con el que recomponer, desde el resorte memorístico (“la memoria es lo único que nos salva”, según Antonio Enrique), el hilván de los momentos de toda una vida. Más que a la lectura misma de los poemas asistimos a descifrar y a percibir la realidad que se esconde tras las palabras, las imágenes o las ideas, a la búsqueda del sentido de la propia existencia, al cuestionamiento de la realidad a través de las propuestas versarles. Una realidad a veces arrebatada, aniquilada, de amores imposibles o perdidos, de edades fugaces, de una vida casi imposible de rescatar. Desde una pacífica rebelión contenida en sus propuestas poéticas es posible asistir a la interpretación lírica del mundo de otra manera, recreado desde otro prisma, al modo del poema “Pido el silencio” de Pablo Neruda: “Pero porque pido el silencio / no crean que voy a morirme: / me pasa todo lo contrario: / sucede que voy a vivirme”; es decir, la deconstrucción del mundo inmediato servirá a la autora para adentrase en un espacio simbólico, metafórico, a veces onírico, casi surrealista, desde el que expresar su escepticismo frente a la realidad que se dogmatiza con nombres y denominaciones generalmente indubitadas, porque como ha escrito Aichinger: “el mundo se origina en las distancias” (de su poema “Paseo”).

 La memoria es el recurso posible en donde el tiempo se estanca para dar paso al prodigio de la inmortalidad, gracias a la resurrección que se esconde en las palabras. Núñez utiliza este mecanismo para rebelarse contra el destino conjurando el extraordinario acontecimiento del regreso hacia otro destino posible gracias al valor connotativo del lenguaje. Nuestra autora consigue, sobradamente, crear un conjunto de poemas, de temática eterna, lleno de frescura y novedad, de tal suerte que logra establecer con el lector la complicidad y la identificación. Nada suena a antiguo, imitación, réplica o plagio; antes bien, el poemario rezuma audacia, originalidad e imaginación en cada construcción, en cada verso.

 Es, pues, “Letras habladas” un texto hermoso en su planteamiento, lleno de una especial sensibilidad, cargado de delicadeza, intenso, arriesgado (por cuanto puede tener de personal, pero superando con creces lo particular, lo  anecdótico) y con la capacidad transformadora necesaria que se le exige a todo verdadero texto poético.