Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
FRANCISCO BASALLOTE
Acerca de "Dulcamara", de David González Lobo. Ediciones "En Huida", Sevilla

Francisco Basallote

David González Lobo

Ed. En Huida

David González Lobo, (Barinitas, Venezuela,). Licenciado en Letras (Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela). Cursó estudios de doctorado en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla, ciudad donde reside desde 1991. Ha sido profesor de Lengua y Literatura. Es autor de los poemarios: No hay casa fuerte (Premio Solar de Poesía), Mérida, Ediciones Solar, 1991; Casa de fuego (selección) en AA. VV.: El Sobre Hilado, Sevilla, Padilla Libros, 2003; Casa de fuego, Mérida, Mucuglifo-CONAC, 2005; Fragmentos de vigilia, Barinas, Asociación de Escritores del Estado Barinas, 2005; Dulcamara y otros poemas, Caracas, coedición de Ediciones Mucuglifo y El perro y la rana, 2012. Poemas suyos figuran en Andina, Antología de joven poesía de Mérida, Táchira y Trujillo, edición y notas de Julio Miranda, Caracas, Fundarte, 1988. Ha participado en distintos actos relacionados con la difusión y el estudio de la poesía, entre los que destaca el Ciclo "Intersecciones", organizado en marzo de 2009 por la Universidad de Salamanca. Entre 2009 y 2010, realizó para la radio una serie de entrevistas a destacados escritores y poetas, con lecturas de fragmentos de sus obras, bajo el título de Dulcamara. Colabora en diversas publicaciones, como los diarios El Nacional y El Universal y las revistas Solar (Mérida), Revista Nacional de Cultura de Venezuela, Pequeña Venecia y El Fantasma de la Glorieta.

Poeta de hondas convicciones define así a la Poesía:”La poesía, afincada en la interioridad de las personas, en sus sentimientos, capta la realidad, la traduce, y expresa, mediante un objeto artístico, el poema, el deseo de transformarla; es decir, a través de ese texto nos desvela de nuevo el amor, la vida y la muerte; refresca, revive y nos alerta ante estos temas fundamentales y todos los subtemas y motivos que lo forman. La poesía enciende la luz de la atención, remueve, nos coloca frente a nosotros mismos, frente a los otros, con los otros, nos identifica; por eso la individualidad del poema se hace legión, porque es vida de uno que es vida de todos; la poesía es comunión. La poesía nos da la mano y sirve de piel mojada o de paraguas.”

De este libro Dulcamara dice el poeta: “Este libro está dividido en tres partes y se plantea como un viaje hacia la transformación de un escritor; es un viaje hacia la confianza en la voz, un planteamiento hacia la madurez en el tratamiento de los temas que ahí se tratan: el conductor de rebaños de Fernando Pessoa, las dudas existenciales de ese mismo sujeto poético y la infancia como punto de inflexión, de meta y de recomienzo cíclico

Y Miguel Florian, su prologuista, nos define así  su poesía: “Estamos ante una poesía dotada de la capacidad demiúrgica que poco tiene que ver con el prosaísmo o el formalismo hueco y estéril, tan frecuente hoy en día; David González Lobo acierta a desnudar el decir común, liberando la palabra de la costra que el uso ha ido depositando sobre su superficie(…) González Lobo es heredero de una tradición muy generosa: de la fuerza, del riesgo del verbo vivo y nuevo americano y, también de la solidez de siglos de la palabra europea. Es el suyo un español que concilia las voces atávicas que nos llegan de Rubén Darío, César Vallejo, José Gorostiza, o Eugenio Montejo, pero también de Juan de la Cruz, del Romancero, Góngora, Quevedo, Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Pessoa… Esta simbiosis equilibrada entre la palabra más libre y arriesgada de América y la más endurecida y veterana de Europa, se nos muestra en este poemario…. “

Sobre el título, González Lobo cuenta que “dulcamara es el nombre de una planta de las familia de las solanáceas, como la papa y el pimiento. Un arbusto que echa una bella flor, el fruto es venenoso para las personas pero no para los pájaros, y es de sabor amargo y dulce. Y es una metáfora de la vida, de la creación. Representa el gozo y el dolor de vivir y de crear…”,

Sus tres partes se titulan: Éxodo,  Poemas mediterráneos y La flor del café. La primera parte es un delicado canto de viaje en el que la memoria es compañera ineludible: “Del agua de la madre/ el agua del río nos aleja./ Entre las sombras de la hierba/ los ojos de un niño/ Luciérnagas en un cesto” , y se hace versículos de un canto profundo del río y de la selva, del campo y de la piedra, mundo descubierto: “ La hiedra/ o el agua oscura/ de tu voz que madura/ en la pared”, “ Era una piedra / de agua y sol/ neblina/ hojas de oro blando/…”, y la senda  abierta al prodigio de las cosas : “ En el camino/ aquellos cántaros de perfumada miel/ el cordero/ el queso envuelto en hojas/ la plata y el oro de las joyas/ los rebaños en riguroso orden/…” , hasta llegar a su destino: “ Aquí planto la tienda/ Esta es la tierra/ el río de mis ojos/…”.La segunda parte , Poemas mediterráneos, comienza  así: “ Tú me preguntas/ sentado en una silla de algarrobo/ me preguntas / por el valor / y la importancia de partir/…”.y se hace lírica realidad, imágenes luuminosas : “…La niebla entra/ como una bailarina suave/…”, “…En los roquedales/ el viento/ las cenizas/ y unas hojas de hierba/ bajo el sol intenso/….”.La tercera parte es fundamentalmente memoria:  “Como el pasado se borra/ he regresado al cielo de mi pueblo/…” donde  el recuerdo se hace vida: “…Cuando mi madre nos dibujaba el bosque/ no llovía como entonces/ o toda el agua se apaciguaba/ como una laguna/ en su regazo/…”, honda nostalgia: “ Mi padre/ estaba sitiado/ lloraba siempre de perfil/ Mamá en silencio/ de espalda a los helechos/ Llovía en lo alto del mundo/…”que se hace  presencia de un tiempo pasado: “ Hoy se multiplica el instante elemental/  en el que la lluvia azotaba una y otra vez/ las hileras de casas de mi pueblo/…”

Un hermoso poemario construido desde la sencillez mágica de la palabra exacta, desde la música de su claridad y cargada de emocionante misterio, en unos poemas donde solo queda el hueso, su médula maravillosa en un juego de alquimia que transforma en sueños la estela de las sombras.