Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
FRANCISCO VÉLEZ NIETO
En torno a "Matar a otro perro", de Marek Hlasko   Ediciones Malpaso

Ediciones Malpaso

Es el retorno de una novela sometida al olvido durante años para bien de lo políticamente correcto. Quiero decir que partiendo del “¡Viva Cartagena de Indias” y coge el dinero y corre, que todo está pagado y la Caverna de Platón es pura siesta arropada por eso de: “Más vale lo conocido por malo que lo bueno por conocer”.

Aquí todo el monte es orégano si te codeas con el hampa de guante blanco y rezo diario. Lo cierto es que “Esta novela tiene todos los ingredientes para convertirse en un libro de culto.” Tan corta frase y la nota biográfica sobre el autor, ha sido lo que me ha llevado a su lectura. Y la verdad, no me ha defraudado. Todo lo contrario, me siento envuelto por una apasionada historia de trepidante contenido literario que entra sin calzador, suave y como quien no mata ni una mosca.

Dos personajes, originales sin estridencias, protagonizan la farsa, por perdedores viejos, atípicos timadores, que emigran a Israel con la esperanza de practicar su especialidad, que no es otra que engatusar a las turistas maduras con perras. Aquellas, se sienten faltas de un hombre cariñoso capaz de aliviar intimidades al unísono de la necesitada compañía humana que de calor a sus lastimadas vidas… Mujeres que pese disfrutar de una segura situación económica carecen del pan nuestro de cada día: el cariño.

La agitada y contestataria existencia del autor de tan acogedora novela no es otro que Marek Hłasko, todo un lujo de personalidad crítica, creativa y social, que para estos tiempos que soportamos bien podría ser modelo de personaje descontento con todo tipo de sistema políticamente “correcto”. Un creador nato que fue considerado el James Dean europeo de la literatura y lo contestatario. Nació en Varsovia, en el año 1934 y falleció Wiesbaden, Alemania, en 1969. Fue el escritor más polémico de la posguerra polaca. Vivió el feroz nazismo alemán que ensangrentó su patria, luego llegarían los soviéticos para continuar la terrible tortura de una población especialmente de los judíos y sus deportaciones a los campos de exterminios.

A los dieciséis años comenzó a trabajar de camionero. Luego probaría suerte como albañil, peón de fábrica, recepcionista y vendedor ambulante. En 1957 publicó El primer paso en las nubes, luego le siguieron El octavo día de la semana (1957) y El próximo tren al paraíso (1958), éste último coincidiendo con su rebelión contra el sistema.

Tuvo que exiliarse a occidente y después de años de desarraigo, escritura y excesos en los Estados Unidos, regresó a Europa en compañía del célebre y controvertido Roman Polanski, al que le unía una buena amistad de los tiempos de juventud. Murió a los treinta y cinco años tras ingerir un cóctel de sedantes y alcohol.

Luego estamos ante un recuperado escritor, para los que necesitan de una buena lectura de contenido crítico, adornado con distendida sorna de la que está dotada la narración con cierta dosis de novela negra, que transcurre de la mano de fino y desnudo humor.

Socarrona y humana fábula existencial resulta ser “Matar a otro perro

Crónica de inquietante dinamismo representada por esos dos timadores que viajan como emigrantes a Israel esperando poder encontrar mejor fortuna, dotados de parsimonioso e inteligente puesta en escena; para eso uno de ellos es un apasionado de Shakespeare soportando el dolor de perdedor que no ha logrado realizarse. Airoso todo el montaje estratégico del golpe sostenido sobre un constante diálogo de pin pon, el tu a tu de dos grandes protagonistas, que nos recuerdan a los maestros del género Hammett y Elmore Leonard junto a todos otros personajes, que podríamos denominar secundarios con la calidad de aquellos otros de las grandes películas.

Sin mesura alguna, desbordado por su lectura y ritmo narrativo Marek Hłasko nos lleva por el callejear del vivir con unos memorables tipos como son Jakub, galán en horas bajas con un pasado traumático y más escrúpulos de los aconsejables; y Robert, el cerebro de la farsa, teórico teatral de café y gran enamorado de Shakespeare, para quien, además de sacar un buen mordisco, lo fundamental es ofrecer una representación digna de su “público femenino”. Pocos autores han sabido representar mejor la realidad tras la Segunda Guerra Mundial.