Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ GARCÍA PÉREZ
Columna EL COPO, publicada en diariolatorre.es

José García Pérez

 

 

 

 

 

         Además de saber que este país, entre otras crisis, por ejemplo la de identidad, goza de una esplendente crisis económica, o sea, de empobrecimiento, conviene que usted, querido lector que soporta con estoicismo estos copos de excesiva canícula, sepa que se ha inventado una nueva forma de zamparse un vodka de un tirón. Quede claro que tiene que pasarse por Mercadona, otro sitio no sé, y comprar higos en almíbar. El vodka tiene que estar en el congelador, frío como el asesino De Juana Chaos, una vez que lo sirve en la pizca de vidrio que se conoce por chupito, se echa el higo, o medio, en la boca, lo degusta sin tragarlo y lo mezcla en la cavidad bucal con el ruso líquido. Cierra los ojos y, sin pensarlo dos veces, para adentro de un solo golpe. Delicioso, verdad. Lo probé con una buena amiga, Ani Lluch, en Ayamonte y aquello sabía maravilloso.

 

         No he llegado al límite del alcoholismo, pero una vez que nuestro presidente Zapatero a predicado la buena nueva, “id y consumid”, nada mejor, a falta de un buen conejo, manjar que nos ofreció en las pasadas navidades, que dejarse llevar por los vapores etílicos y colocarse al mundo por torera.

 

         Bien es cierto que existen otras formas de evadirse del siempre fin de mes que acecha a partir de la segunda quincena. A mí, y que no sirva de ejemplo, dejando a un lado estos copos nuestros de cada día, he cogido la tabarra de escribir este agosto un libro de poesía que, a no ser que la musa dicte algo nuevo, puede llamarse “Medio afuera, medio adentro”, da lo mismo decirlo al revés, o sea, “Medio adentro, medio afuera”, de una forma u otra son dos orondos octosílabos de nuestro olvidado romancero.

 

         El título viene a cuento de un verso que, al derecho y al revés, forma parte de un romance de nombre “La otra Eucaristía” y que trata de las andanzas de un mendigo llamado Juan que, medio afuera-medio adentro, pide limosnas en el pórtico de un templo y que, por fín, le echa valor a la cosa y se adentra en la profundidad del pasillo central cuando el párroco está leyendo el evangelio. Y esto piensa el mendigo, el poeta: “Abrieron los Libros Santos,/ leyeron trozos amenos/ de las andanzas de un Hombre/ de profesión carpintero,/ multiplicaba los panes/ y repartía alimentos/ a todos los hombres pobres.// Decía Juan pensativo:/ “no hay pobres en los templos”

 

         Pues eso, que Rouco, el cardenal, en lugar de charlar con Zapatero, el presidente, está obligado a vivir con Juan; si no, que sea borrado de la agenda de Dios, si es que éste existe.