Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
CARMEN ROLDÁN
"AZUL Y CANELA" FORMA PARTE DE LA COLECCIÓN "ANCHA DEL CARMEN" QUE EDITA EL EXCELENTÍSIMO AYUNTAMIENTO DE MÁLAGA Y QUE DIRIGE JOSÉ GARCÍA PÉREZ, COORDINADOR DE PAPEL LITERARIO.

Colección ANCHA DEL CARMEN

Presentar a Margarita Souviron y su nuevo libro ha sido, y está siendo para mí, una circunstancia curiosa: No me ocurre todos los días esto de hablar acerca de una buenísima amiga, que trato con frecuencia y con la que comparto un buen número de aficiones, situaciones y complicidades.

 

Por una parte esto debiera ser una cuestión facilitadora, y de hecho lo es por la cercanía y el mutuo conocimiento. Pero por otra parte debo decir que ha supuesto para mí un ejercicio de toma de distancia hacia su persona,  un interesante y complejo posicionamiento perspectivo con respecto a su obra, que me ha posibilitado percibir más objetivamente los rasgos particulares de su poesía, y de ella misma, sin la niebla cariñosa que suele cernirse a la hora de realizar la  descripción  de un amigo.

 

Para empezar voy a decir que Margarita escribe….muy bien. Esto es lo primero que se recibe de su poesía en cuanto uno se acerca, de refilón, a una inicial lectura de cualquiera de sus versos.

 

De hecho, es una realidad lo que se suele decir sobre que un poema se sabe BUENO, a la primera lectura, aunque no se haya comprendido su significado. Y esto sucede porque la poesía tiene, como la música y otras artes, una característica estética que nos llega primero intuitivamente, sensorialmente. Y únicamente después, cuando se acomete una posterior lectura, es cuando se va destilando todo su contenido.

 

Margarita publica por primera vez en 2005, en la décimo-octava Antología de Voces Nuevas de la editorial Torremozas, de mujeres escritoras. Más tarde, la misma editorial le publica su primer poemario: “La palabra que nombra”, y éste que hoy presentamos es su segundo libro: “Azul y canela”, editado por el Ayuntamiento de Málaga, dentro de la colección “Ancha del Carmen”, a cargo de José García Pérez.

 

Margarita, además de ejercer como médico homeópata y nutricionista, colabora en programas de radio y televisión con temas relacionados con la salud, y también desarrolla una de sus grandes aficiones, -la de actriz-, en la compañía de teatro La Carpa.

 

Ella es también un ejemplo claro de esa tradición de médicos escritores, que han compaginado la bata y la pluma, y de la que han salido voces muy importantes en España, tanto en el ámbito de la poesía como en el de la narrativa o en la dramaturgia.

 

La poesía de Margarita no habla, evidentemente, de cirugía, vísceras, esqueletos o fístulas, pero sí se pueden descubrir entre sus líneas, infinidad de vocablos altamente kinestésicos, palabras del mundo sensorial, de contacto con la carnalidad y con el mundo de las sensaciones más físicas, mediante las cuales ella nos lleva… a que entendamos cuál es su posición emocional, intra-psíquica…. y en definitiva, su mundo interno.

 

Así, por ejemplo, encontramos verbos de movimiento, acción o sensación  como:  

Respirar, rozar, arropar, acercarse, tocar, fundirse, impregnar, arrastrar, oxigenar, absorber, sentir...

 

Y vocablos que también enuncian actitudes sensitivas en mayor medida  que actitudes visuales o auditivas, como: Suave, calor, tersura, ajuste, apego, engarce, energía. Todas ellas expresión de cómo el cuerpo vive, o cómo el cuerpo se relaciona consigo mismo y con lo exterior.

 

En este su nuevo libro, con las palabras “Azul y Canela”, alude, a mi modo de ver, al cielo y a la tierra, haciéndose eco de simbologías ancestrales.

 

El cielo, se ha considerado siempre, iconológicamente, asimilado al principio masculino, activo y espiritual, aéreo y dorado, -de ahí el sol-, mientras que la tierra se la ha relacionado con el principio femenino, maternal, pasivo, material y plateado, -de ahí la luna-.

 

En esta obra, se diría que Margarita se presenta como alma presa entre estos dos mundos: el azul del cielo como etérea envoltura tal vez de la psique, del deseo, de lo abstracto y lo sublime; y la canela terrestre como realidad palpable que no siempre es alcanzada, o que cuando es conseguida no puede ser integrada con el anhelo.  Así, uno de sus poemas describe esta idea cuando dice:

 

“Si sólo te recuerdo cuerpo

y físicos son los momentos

que habitan mi memoria celular

¿por qué es mi alma quien llora?”

 

El libro lo divide en tres capítulos: el primero, LA ENVOLTURA; el segundo, LA CONJUNCIÓN; Y el tercero, EL FUNDAMENTO.

 

Los tres hablan del Amor: el amor anhelado, el amor conseguido, el amor realizado, el amor frustrado, el amor imaginado, el amor idealizado e incluso el amor razonado, reflexionado o podríamos decir tal vez el amor sensato. Todos estos amores se van desgranando a lo largo del libro, condensados en estas tres partes en las que la autora plasma sus procesos vitales en el encuentro con el amor:

 

-Por un lado LA ENVOLTURA:  que a veces la plantea como líquida, acuosa…Así, nombra mucho el mar como superficie quieta, pasiva, como una tapadera de todo lo que ocurre por abajo, en ese fondo marino donde realmente habita el estímulo, la pasión, el empuje… como cuando afirma:

 

“Salta una ola y salta en mí un impulso”

 

Y es por tanto una envoltura que sella el dolor, que tapa la memoria, que sublima el vacío…y que aparece cuando se pone de manifiesto el ansia y la pasión frustrados. La poeta conoce esa pulsión del anhelo y su opuesto: la frialdad del auto-olvido:

 

“En las aguas del fondo,

arropado en la alfombra porosa

pulsa un largo deseo…

 

como lágrima aislada,

se enquistó para siempre

cual perla de coral”

 

En otras ocasiones plantea la ENVOLTURA como aérea, transparente…cuando se refiere al cielo, al aire, o en realidad a la Nada:

 

“He soñado fundirme a las aguas

o perderme en el aire

para estar como tú en tu vacío”

 

Hay pues, en este primer capítulo imágenes de lágrimas, de vacío, de una insatisfacción que la poeta nos muestra a veces con un tono suave y contenido:       

 

“Salpican lágrimas blancas

como si volaran plumas

de azucena

(…)”

 

Y en otros versos, con despiadada sinceridad:

 

“Enfrentada al color de lo azul,

Ante un baile de olas y alas,

Reconoces ser playa vacía”.

 

-Por otra parte, en LA CONJUNCIÓN, Margarita habla de la realización del amor, la Unión, la integración, pero ya no sólo como una unión material, sino como una unión que tiene algo de místico o de eterno, ya que lo místico participa del deseo de trascender desde lo dividido o lo particular hasta la Unidad y el Todo. Así, nos dice:

 

“Hay un punto de unión donde dejo de ser

Para ser un continuo contigo”.

 

De hecho, es un símbolo de la conjunción la unión del cielo y  de la tierra, de lo azul y la canela: a fin de cuentas, la conjunción de los opuestos, de lo masculino y lo femenino. Por ello, en este capítulo nos habla con símbolos de esa unión: Por ejemplo, la palabra círculo aparece como elemento que se cierra y que une los opuestos, como símbolo de retorno a la unidad desde la multiplicidad, como analogía del cielo y de la perfección. Dice:

 

“Volveremos a unirnos como el día de las luces,

aquel año de isla cuando fuimos un círculo.” 

 

…Y va ofreciéndonos poemas como instantes de amor, instantes de empatía con el otro, “Momentos Cumbres” que, como los definía Abraham Maslow, el individuo, en su fuerte vivencia entra en contacto con el Todo, más allá de su propia corporeidad y a través de un estado de conciencia trascendido puede llegar, sencillamente, a comprender; como  cuando nos ofrece esta experiencia:

 

“Hubo un soplo de amor,

Yo lo pude sentir más que cierto,

(…)

 

(Y dice luego):

 

"Provocó algo que dura un instante

Y quedó para siempre en lo eterno.”

 

-Y en la última parte, en EL FUNDAMENTO, poemas en donde aparece continuamente la llamada al futuro; pero un futuro como la consecuencia lógica de vivir lo actual; donde al pasado se le otorga un valor ajustado que no merma la vivencia del presente ni oscurece la visión del futuro. Así, aparece la conciencia de un presente pleno como cuando dice:

 

“Sentir de pronto un día que el sitio estaba ahí

Que hay un lugar, un punto, para dejar de andar”

 

Aparece también el deseo, pero ya aquí es un deseo no solamente sentido, no ya explosivo, sino también reflexionado, como comprendido en su total fundamento; también meditado  desde una posición de sensatez en la que el impulso ha perdido fuego, ha perdido aire y ahora está enraizado en tierra.

 

Ahora el impulso está comprendido, se acepta, pero por encima de todo, se busca la calma de la tierra, se busca el fundamento de la vida, la vuelta a casa,  que no es más que la conjunción de lo masculino y lo femenino, que no es más que la vuelta al amor. Cuando dice:

 

“El fundamento da base a la vida

que de la tierra nace y vuelve a ella” 

 

O en otro lugar dice:

 

“Porque desde el vacío venimos a caer

entre las manos rojas de la tierra” 

 

Aquí la poeta se quiere equiparar a la tierra, -la canela-, porque intuye que en la tierra está el descanso, la paz del encuentro frente al nervio de la búsqueda; esa paz que anida en la vuelta a los orígenes:

 

“Primaré aquél proyecto que me acerque a la tierra,

que me acueste en el lecho de madera castaña

donde dormía la niña;”

 

Diríase, pues, ya para terminar, que en en la primera parte del libro, Margarita estaría plasmando el Azul, lo que podría entenderse como el anhelo, los deseos. En la última, estaría implícita la idea de la realidad, la tierra, la Canela.

 

Y en medio de ambas ha colocado la integración: la Conjunción, el espacio donde se encuentran esa Azul y esa Canela, cielo y tierra, espíritu y carne, hombre y mujer,  o como ella misma lo expresa: 

 

“El Poder de variar de lo abrupto a lo suave”

 

En definitiva, "Azul y Canela" es un libro meditado, sin artificios superfluos, de una sencillez lírica y honda, en la que podemos descubrir a una Margarita que se pregunta y que encuentra.