Revista Digital de Literatura y Crítica Literaria

        
JOSÉ GARCÍA PÉREZ

Ayuntamiento de Málaga

 

 

 

         He estado en el Pleno Municipal de esta ciudad, Málaga, que todo lo acoge y todo lo silencia. Nunca lo hiciera. Dos horas de espera. Maníaca costumbre de empezar la sesión con semejante retraso. Y sin una bancada donde reposar las doloridas extremidades. Rodeado de policías municipales que te observan una y otra vez. Debió sonar un móvil. Fue dada la orden para que subiera el pueblo, doce personas a las que tener piedad. Buen aire acondicionado, todo hay que decirlo.

 

         Se iba a discutir si el Pleno Municipal “De la primera en el peligro de la Libertad, la muy Noble, muy Leal, muy Hospitalaria, muy Benéfica y siempre Denodada Ciudad de Málaga” iba a finiquitar la colección de poesía Ancha del Carmen.

 

         Estarán de acuerdo conmigo que es hilar fino que unas pocas de líneas de don  Miguel Briones, Delegado Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, decretando el final de dicha colección, hayan llegado hasta el Pleno para que el Partido Popular, que busca la Capitalidad Cultural de Europa para esta ciudad en 2016, se retrate en su amor a la poesía, la más noble de las ramas de las Artes.

 

         Y se retrató, vaya si se retrató. Todos y cada uno, también ellas, de los ediles del PP votaron no al peligro de la Libertad, que no otra cosa es la poesía, sino el singular hecho de escribir en libertad. Don Miguel Briones no votó porque no es concejal electo, pero se está ganando un puesto de salida en la próxima lista electoral.

 

         Pero el señor Briones, en su defensa a la pena de muerte decretada a la poesía de Ancha del Carmen, por fin explicó la causa de la ejecución poética: el ahorro. En otras ocasiones había dicho variopintas tontadas, pero en esta ocasión fue al tuétano de la cosa, salvar a Málaga de la crisis. Y para ello, cómo no, apuntó al ser más débil, la poesía.

 

         Termino con las palabras del poeta:

 

Copad

la tribuna que os espera

y pregonad,

sin que os tiemble la voz,

un racimo de promesas en la zanja de la mentira;

yo compartiré el pan de la poesía

con los que aman la vida.

 

         El poeta, no consagrado, soy yo.